Este año se prevé que los consumidores continúen comprando vinos de mayor calidad y en menor volumen. La tendencia hacia la premiumización está instalada desde hace años en la mayoría de los mercados y la pandemia no solo no lo amortiguó, sino que lo impulsó.
Este fenómeno fue posible de manera multicausal, con el correr de los años. Recambio generacional del consumo y estrategias comerciales de los mismos productores son algunos de los factores.
Durante la etapa más dura del aislamiento, los consumidores habituados a invertir en enoturismo o gastronomía, trasladaron esa inversión -de 2.000 pesos, por ejemplo- al hogar. Comprar un buen vino pasó a ser el reemplazo de la salida a comer, para muchos segmentos de consumo.
Finalizado el aislamiento estricto, está tendencia continúa y se explica desde un punto de vista generacional. Según un informe de la consultora Wine Intelligence, los segmentos etarios de la generación Baby Boomer siguen optando por invertir ese capital en entretenimiento hogareño. A esto debe sumarse, según el informe, que la generación Millennial ya trae un chip que propicia la premiumización mel vino y la gastronomía.
Otro fenómeno simultáneo que aporta su grano de arena es la tendencia del consumidor hacia el aprendizaje del vino y su interés por identificarse con ellos, como ocurre con los vinos veganos, organicos, naturales, etc.
En las góndolas de Lo de granado, vemos cada vez más como se asentúa ese cambio, antes llevar un vino era un simple complemento, hoy existe la figura del comprador designado, que es aquella persona que se encarga de elegir cuidadosamente el vino a llevar para la cena
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