Por: Salvador Cruz Lecumberri
Origen y producción en Argentina
La uva bonarda es la segunda variedad tinta más sembrada en la argentina después del afamado malbec. Este varietal, a pesar de su confusa procedencia por su arribo junto con los inmigrantes italianos, es de origen francés. Sin embargo, en la actualidad, su producción en su tierra natal es escasa y, salvo por unas pocas hectáreas en California, la totalidad de su producción se concentra en la Argentina.
Esta uva, históricamente considerada un varietal de gama baja, fue producida a escalas masivas utilizándose como vino de corte para su aporte de color y aroma en otros vinos tintos. Su producción está presente en la mayoría de las provincias vitivinícolas argentinas, ocupando un total de 17.712 hectáreas, que representan el 8,4% del total de la vid del país. Según estudios del Instituto Nacional de Vitivinicultura realizados en 2021, Mendoza tiene la mayor cantidad de producción de bonarda, con 14.823 hectáreas, que representan el 83,7% del total de la Argentina, seguido por San Juan con 2.117 hectáreas que equivalen al 12%.
Los jóvenes y el vino
En el último tiempo, se ha descubierto su gran potencial enológico a causa de sus altos rendimientos por hectárea y, sus cualidades de cuerpo poco ligero y paladar dulce e intenso; se reveló un vino novedoso, particularmente atractivo para el consumidor joven y, en el aspecto económico, beneficioso para el productor.
Este varietal es una gran oportunidad para que la juventud se adentre en el consumo del vino, teniendo en cuenta que un estudio realizado en el 2017 por la Corporación Vitivinícola Argentina en conjunto con el Observatorio Vitivinícola Argentino reveló que los jóvenes son el grupo etario que más alcohol consumen, a su vez, son los que menos vino beben.
Algunas bodegas interesadas en expandir su clientela empezaron a planificar estrategias para seducir a este segmento particular del mercado, haciendo hincapié en el marketing como carta de presentación. Similar es el caso del vino del joven enólogo mendocino, Matías Morcos, que destaca en la góndola por sus colores chillones y su ilustración cautivante. Su diferencial packaging atrae e invita a perderse en la proyección de un cool posteo de redes sociales que podría protagonizar la bebida, y nos despista de su variedad bonarda. Ni malbec, ni cabernet, ni chardonnay.
Bonarda “Premium”
Este vino tiene la particularidad de estar elaborado con el mismo varietal que se utiliza para el vino en tetra brik. La diferencia de precio entre el vino en caja y el vino bonarda de alta calidad, no se trata solo sobre marketing, sino más bien, es el reflejo del tratado de la uva. Mientras que el vino que va al cartón es de la cosecha del año en curso y sin guarda, las bodegas Premium empiezan a apostar hacia el perfeccionamiento de las condiciones del varietal para revalorizarse en el mercado vitivinícola, aunque todavía se hallan a precios económicos por la dificultad que tienen para despegarse a su antigua mala reputación.
La proyección de la bonarda como varietal de vinos de gama media – alta es una realidad.
En el último tiempo, bodegas de prestigio como Rutini Wines o Catena Zapata han apostado por este varietal como vino “premium”. Según datos extraídos en el último año por el Instituto Nacional de Vitivinicultura, en el mercado interno la producción de vinos puros bonarda ha aumentado un 23%, mientras que su uso como varietal de corte se vio reducido en un 25%. Además, en el mercado externo la disposición del consumo se asemeja, y también cayó un 25,9% la exportación de vinos de corte bonarda, pero se acrecentó un 28,9% las ventas del varietal puro, donde ofician de principales clientes; Canadá, Estados Unidos, Brasil, China y República Checa. Esto provocó en los viñedos una reducción de producción por hectárea, pero consigo una mejora cualitativa del producto.
¿Por qué el bonarda?
Durante las últimas décadas, el consumo del vino per cápita en la Argentina tuvo tendencia negativa. Tal es así, que en 1970 el récord histórico de consumo por habitante del país de 91,8 litros quedó bien atrás a comparación del mínimo histórico de 18,9 acontecido en 2018
Sin embargo, en el último año la población de la Argentina acrecentó de manera contundente su ingesta de vino, de modo que fue el año que más se consumió la bebida desde 2013. El repunte del consumo se puede entender como un quiebre de la concepción del vino, mayoritariamente por parte de los jóvenes. Dejando atrás ese concepto de bebida estructurada y rígida llena de indicaciones. Estos dogmas que parecían inquebrantables no
resistieron ante la ductilidad de la juventud. Hoy, no existe temperatura precisa, criterio de guarda, ni maridaje ideal. El vino bonarda por su precio accesible y sus cualidades de vino dulce, frutal y aromático, características de lo que hoy se llama un “easy to drink”, es el que las personas que buscan adentrarse en el mundo vitivinícola eligen para dar su puntapié. La destrucción de los preconceptos que tienen los jóvenes sobre el vino, sumado al progreso del varietal y su precio asequible tenderán a un progresivo aumento de consumo que favorecerá a la industria vitivinícola, principalmente a la cálida zona Este de Mendoza, cuna del bonarda.
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