El Torrontés Riojano, tal su nombre completo, es un cepaje con ADN totalmente argentino y esto forma parte de su singularidad. Argentina es el único país que la cultiva y elabora sus vinos y desde hace varios años, bodegas, vinotecas y espacios del vino diseñan actividades en las que el Torrontés se expresa y muestra su evolución. Se trata de un vino que se adapta a diferentes consumidores y ocasiones y que a paso firme se gana un lugar en las copas locales e internacionales.
Estudios genéticos comandados por el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) indican que el origen de la variedad está en el cruzamiento natural de la uva Moscatel de Alejandría –traída de España- y la Criolla Chica (también conocida como Listán Prieto) y debe su nombre a su parecido al Torrontés de la Rioja española. Es muy interesante la revaloración de las uvas criollas, proceso que se da en todo el mundo vitivinícola, precisamente porque son estas cepas las que otorgar singularidad a la oferta de vinos. Así, Argentina tiene una enorme oportunidad porque es el único país que elabora Torrontés y ha posicionado a la variedad como emblema de una vitivinicultura diversa, con productos únicos.
Esta variedad se adapta muy bien a todas las zonas, principalmente en el Noroeste, pero no se expresa del mismo modo en cada lugar. El doctor Rodolfo Griguol, de Cooperativa La Riojana, asegura que “el Torrontés Riojano tiene diferentes matices de acuerdo al lugar en el que esté implantado, es decir que en Salta, Catamarca o La Rioja tendrá distintas expresiones”. Esta capacidad de adaptación de la uva se traducirá en vinos que, manteniendo su tipicidad, expresarán las singularidades del terruño. “Sin dudas, hay muchas expresiones del Torrontés. Iniciamos estudios con la Universidad Nacional de Chilecito en forma conjunta con la Universidad Juan Agustín Maza y pudimos ver que los vinos de esta variedad son diferentes en cada región, o sea que el terruño influye mucho”
En la búsqueda de un Torrontés que traduzca en los vinos todo su potencial y que al mismo tiempo responda a las preferencias del consumo, se unió la investigación, el uso de biotecnología y la impronta de cada enólogo; así Argentina ha conseguido potenciar todas las cualidades de una uva única.
Crecimiento, innovación y revalorización
La uva Torrontés ha propuesto algunos desafíos interesantes a la enología. Uno de ellos ha sido la búsqueda de una expresión más sutil en una de sus características aromáticas: se trata del “terpeno”, responsable de aportar los aromas tan exuberantes y tropicales. Gracias al trabajo enológico y también agrícola, las bodegas han logrado vinos un equilibrio entre expresión, intensidad y delicadez que hoy distingue al Torrontés.
“Buscamos refinarlo y luego de seis años de investigación obtuvimos una levadura que nos permitió mantener la fruta y lograr nuestro estilo: un vino blanco aromático, frutado, delicado y muy fresco”, explica el doctor Griguol. Esto abrió las puertas de la exportanción para este vino tan singular y permitió que se afianzara en el mercado local. Su calidad creció al ritmo de su aceptación y valoración por parte de los consumidores.
Marcelo Farmache, director general de Piattelli Vineyards agrega que “el Torrontés tiene una personalidad bien definida, caracterizada por sus aromas florales, frescura y equilibrio. Aunque en los mercados externos es difícil su pronunciación, el consumo de nuestro Torrontés viene creciendo y tiene mucho potencial. Presentarlo en diferentes formatos, como nuestro Torrontés Dulce Natural – en botella de 750 cm3 y en latas de 355 cm3-, ha sido una manera de proponerle al consumidor variantes del mismo varietal para disfrutar en momentos de consumo diferentes”.
La apuesta por esta variedad ha profundizado el camino de la innovación, tal es así que podemos encontrar vinos de alta gama con paso por madera, ejemplares que vienen de viejos viñedos revalorizados como los de El Esteco, en Cafayate, que recuperó una finca de 1958; Matías Riccitelli, en la Patagonia y Francisco Bugallo, en San Juan (Barreal) que hicieron lo propio. Lo cierto es que para deleite de los consumidores hoy se pueden encontrar Torrontés en todas sus versiones: frescos, ligeros y de consumo diario, alta gama y con crianza, naranjos, dulces naturales, “pet nat” (fermentados y macerados con piel y semillas, de ahí su color particular), espumantes, orgánicos y hasta vinos de bajo alcohol; un maravilloso abanico que se abre para confirmar la versatilidad y el potencial de la más argentina de las cepas blancas.
Torrontés en números
Según datos del INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura, 2022), el Torrontés es la uva blanca más cultivada de Argentina con unas 7.400 hectáreas implantadas. La familia está compuesta, además, por otras variedades de Torrontés: el Sanjuanino y el Mendocino -que no deben su nombre al lugar donde se cultivan. pero vale decir que sólo la variedad Torrontés Riojano es la utilizada para la elaboración de vinos.
Mendoza tiene la mayor cantidad de hectáreas de Torrontés en el país, unas 3.360, seguida por La Rioja con 1.917, San Juan con 774 y Salta con casi 900 hectáreas de esta variedad.
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