Cada 13 de marzo, el mundo del vino celebra el Día Mundial del Riesling, rindiendo homenaje a una de las variedades blancas más emblemáticas y versátiles. De origen alemán, esta cepa ha sabido adaptarse a diversos terroirs, mostrando expresiones únicas según el clima y el suelo donde se cultiva.
El Riesling es célebre por su elegancia, frescura y capacidad de envejecimiento, con perfiles aromáticos que van desde notas cítricas y florales hasta matices minerales y petrolados en sus versiones más evolucionadas. Su versatilidad lo convierte en un vino ideal tanto para disfrutar joven como para envejecer en botella, desarrollando complejidad con el tiempo.
Si bien Alemania es la cuna del Riesling, países como Francia (Alsacia), Austria, Australia, Estados Unidos (Washington y Finger Lakes) y Nueva Zelanda han sabido interpretar la variedad con gran maestría. En Argentina, su producción es aún limitada, pero existen exponentes que demuestran su potencial en el país.
Una de las bodegas pioneras en la elaboración de Riesling en Argentina es Trapiche Costa & Pampa, ubicada en Chapadmalal, a pocos kilómetros de Mar del Plata. Esta bodega, influenciada por el clima oceánico del Atlántico, logra un Riesling de notable frescura y tensión, con una acidez vibrante y una marcada expresión frutal.
En un mundo donde los vinos blancos ganan cada vez más protagonismo, el Riesling sigue siendo una opción fascinante para los amantes de la diversidad. Ya sea en su versión seca, semidulce o de cosecha tardía, esta cepa continúa conquistando paladares y demostrando que su legado es tan amplio como el horizonte de posibilidades que ofrece en copa.
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