Según lo ha contado el historiador, por el año 1816, cuando el libertador aún estaba formando su ejército para cruzar la cordillera y con Manuel de Olazábal como cómplice, engañó a un grupo de comensales para demostrar que los vinos de Mendoza estaban a la altura de los europeos.
“En el momento en que entré, me preguntó: –¿A que no adivina usted lo que estoy haciendo? Hoy tendré a la mesa a Mosquera, Arcos y a usted, y a los postres pediré estas botellas y usted verá lo que somos los americanos, que en todo damos preferencia al extranjero. A estas botellas de vino de Málaga, les he puesto ‘de Mendoza’, y a las de aquí, ‘de Málaga’”, relata la historia contada en palabras del propio Olazábal.
Y continuó: “Efectivamente, después de la comida, San Martín pidió los vinos diciendo: –Vamos a ver si están ustedes conformes conmigo sobre la supremacía de mi Mendocino. Se sirvió primero el de Málaga con el rótulo ‘Mendoza’. Los convidados dijeron, a lo más, que era un rico vino pero que le faltaba fragancia. Enseguida, se llenaron nuevas copas con el del letrero ‘Málaga’, pero que era de Mendoza. Al momento prorrumpieron los dos diciendo: –¡Oh!, hay una inmensa diferencia, esto es exquisito, no hay punto de comparación…”.
Luego de ese momento reveló su engaño: “El general soltó la risa y les lanzó: –Caballeros, ustedes de vinos no entienden un diablo, y se dejan alucinar por rótulos extranjeros, y enseguida les contó la trampa que había hecho”.